Pastillita de viaje: día 0.
El 11-04-11 me tomé el primer avión de mi vida.
Fue un vuelo bautismo de 14 horas directo. Sin escalas.
Hacía mucho que soñaba con volar, pero desde mi realidad lo veía demasiado lejos. (Una vez escribí algo de eso acá)
Esta vez, era la primera vez que salía del país también.
En realidad, era la primera vez de muchas cosas.
Incluso la primera vez que empezaba a creer en eso de que las cosas mágicas podían suceder, en contra de todo prónostico posible.
Cuando el avión despegó lloré. Obvio.
Por mucho tiempo creí que había llorado del cagazo que me había dado que ese coso gigante pase de ir a velocidad carreta a 350 KM/H.
Con el tiempo me dí cuenta que lloraba de felicidad.
Ese viaje lo ganamos con otros compas de estudio mientras estábamos cursando el último año de la carrera de Publicidad.
La materia era Marketing Directo.
El profesor nos dijo: si participan en este concurso no tienen que rendir el final.
Con tal de no tocar un libro hicimos grupito y nos anotamos.
Teníamos que pensar ideas para comunicar el aniversario de Greenpeace y lograr que la gente se sume como voluntaria.
Pensamos, trabajamos, nos juntamos muchos sábados y lo enviamos.
Teníamos alguna esperanza de ganar pero tampoco nos ilusionábamos mucho.
Si pasaba, pasaba y, si no, al menos habíamos ganado varias juntadas comiendo pizza y una materia con pase gratis al siguiente año.
El trabajo lo entregamos en diciembre y nos tenían que avisar en marzo el resultado.
Ese verano, en el 2010, me fui a Bariloche con una amiga (con la que había participado) y mi hermana.
Como estábamos cursando el nivel MIL de levante y flirteo, a todo potencial chongo que se nos presentaba les decíamos: “Sí, sí. Somos publicistas y el año que viene nos vamos a ir a Europa de viaje”
Completamente inchequeable.
En ese momento no tenía idea que existía algo llamado MANIFESTACIÓN, ATRACCIÓN, INTENCIÓN O COMO SEA QUE SE LLAME AHORA.
Tan solo utilizamos una herramienta básica en el arte de conquistar: el chamuyo puro y duro.
Pasó el verano. Llegó marzo. Tenía que llegar el mail avisando quién ganó.
No llegó.
Siguió pasando el año y no recuerdo bien qué nivel de preocupación tenía por el tema, pero creo que ya había declinado la chance de que algo de suerte me toque de cerca.
Total, lo esperable era que lo malo pase. Si no ganábamos, estaba ok.
Llega julio, hacía frío y estaba durmiendo una siesta.
(En ese momento dormía siesta sin culpa)
Me llaman por teléfono (al fijo, claro)
Me despiertan de mi siesta.
Escucho la voz de uno de los del grupo que me dice:
¿No viste el mail?
No, ni idea estoy durmiendo. ¿Qué pasó?
Miralo ya.
GANAMOS.
Veníamos de un instituto medio pelo de La Plata y le ganamos a las universidades con la cuota más salada de la Ciudad de Buenos Aires.
(Los que salieron segundos se llevaron una impresora, nada malAHRE SE QUERÍAN MATAR)
En ese viaje, ese 11-04-11, terminé de confirmar algo que, hasta ese momento, solo veía por tele en cualquier programa de viajes que se me cruzaba (Clase Turista era mi favorito)
Confirmé que quería viajar y vivir algún tiempo afuera.
Me fui solo una semana pero hice una promesa grande.
Prometí volver en algún momento a ese lugar.
Prometí volver por más tiempo.
Prometí que iba a volver a ser así de feliz.
Prometí que iba a creer en que las cosas buenas también me podían pasar, un martes cualquiera, en el medio de la siesta, una tarde de invierno.
El 22-08-22, 11 años, 4 meses y 11 días más tarde, volvió a pasar.
Otra vez, casi que en otra vida y, por supuesto, en otro avión, estaba yendo a la ciudad en donde había aprendido a creer.
Y si algo necesitaba ahora, una década después, era eso, creer.
Esta vez el viaje no me lo gané. O bueno, un poco sí.
Fue un premio de mí para mí.
Junté varias tarjetas de crédito, llamé a una agencia de viajes para que me ayuden a pasarlas (porque always tía) y después de un par de intentos, la chica del otro lado me dice:
LISTO, PASÓ.
Para mi sonó de nuevo como un: GANAMOS.
Una escala de 16 horas en Lima, una visita a mi familia de allá, un pisco y un ceviche más tarde, el piloto avisaba que estábamos llegando.
“Estimados pasajeros, estamos próximos al aterrizaje a la ciudad de Madrid. Se estima que el horario de llegada sea a las 17:55 hora local. La temperatura actual en el destino es de 36º“
Después de uno de los inviernos más tristes de mi vida, me había tirado en un túnel (o sea en un avión) que me trasladó sin escalas al verano otra vez.
Me desperté de otra siesta, esta vez una de 11 horas, asuspiciada por el alcohol peruano mezclado con exceso de bichos de mar (bah, nunca es un exceso la comida peruana por dios gracias por existir) y ahora estaba ahí, 11 años, 4 meses y 11 días más tarde, viajando sola por primera vez, en otro sueño que se sentía bastante real.
💊 Pastillitas de recomendaciones (para viajar y para la vida):
#1
💊 Planear, pensar, activar.
Si van a viajar, planeen cuánto tienen que juntar, qué pueden hacer para juntar esa platita$, planeen más o menos a dónde quieren ir, busquen todas las opciones posibles. Hoy, por suerte, hay viajes para todo tipo de presupuestos.
Pregunten, sean caraduras, si conocen gente en algunos destinos escribanles.
El mundo es un lugar mucho más accesible y amable de lo que nos pintan por ahí.
Planeen pero sin caer en el espiral infinito de esperar a que todo sea perfecto para darle play al plan.
#2
💊 Escribir, obvio.
Usen la escritura para los planes de más arriba, pero también para anotar todo lo que les pasa y lo que quieran que pase.
Si todavía no saben bien qué escibir, les da vergüenza, sienten que *no saben escribir* o no le encuentran mucho sentido, pueden hacerse un Plan Detox, mi taller de escritura en donde les meto una patada motivacional para que ecriban y usen su cosito creativo sin pensar demasiado en el alrededor.
#3
💊 Esperar.
A veces queremos que las cosas se resuelvan ya, que los dolores se vayan ya, que la incertidumbre desaparezca ya.
Pero, a veces, te avisan tarde que ganaste algún concurso que no esperabas o la vida pega la vuelta y te vuelve a mostrar que todo está bien de una manera mágica, 11 años, 4 meses y 8 meses después.
💊 Pastillita de despedida
Si leíste hasta acá, gracias :)
Si leíste hasta acá y te gusto tanto que querés financiar este newsletter con un cafesuchis, podés hacerlo acá:
👉 Acá para un café con leche de almendras desde Argentina.
👉 Acá para un latte internashional con PayPal
Si leíste hasta acá te gustó muchísimo y no PODÉS RESISTIR LAS GANAS DE HACER UNA STORY Y COMPARTIRLO CON EL MUNDO PARA QUE SE SUME MÁS GENTE, te lo agradezco un montón también 🫶
Si leíste hasta acá y querés contarme qué te pareció, acá te leo/escucho.
Si leíste hasta acá y te gustó esta versión de pastis de viaje, preparate porque se viene pronto la próxima edición.
* 💊FIN DEL ESPACIO PASTILLERO 💊*
Hasta la próxima :)
"Write a comment" tira el enunciado para escribir acá y lo único que quiero es escribirte un testamento. Nunca me sentí tan identificada con una #Pastillita. Y cuando leí que la ciudad aterrizada y habitada estaba siendo Madrid, piel de gallina, directo, casi como tu vuelo. También estoy acá, hace -apenas, creo- tres meses, con la diferencia que pensé y de más; siete meses planificando la renuncia, cuatro ordendando mi casa, doce tratándolo en terapia, planificación excesiva para que después, dah, la vida mesma se encargue de mucho. Que lindo leerte, y que lindo que vivas esto. Espero la próxima pastillita con ansías para saber qué tal te trata esta ciudad. Un beso tía Luchi.
PD: Acá sos tía en serio.
Que lindo leerte en cada pastillita nueva ❤️ más cuando es de viajes y reencontrarse, por acá planeando pasito a pasito llegar a la tierra de los canguros.